¿Qué tesoros realmente valen la pena?
¿Alguna vez te has detenido a pensar en lo que realmente estás valorando en tu vida? En un mundo que constantemente nos empuja a buscar el éxito, acumular riquezas y destacar socialmente, Jesús ofrece una perspectiva completamente distinta: invierte en lo eterno, no en lo temporal. En Mateo 6:19-24, Él nos da una enseñanza poderosa que todavía resuena hoy:
“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín destruyen, y donde ladrones entran y hurtan, sino hacéos tesoros en el cielo…” (Mateo 6:19-20)
Con estas palabras, Jesús no solo nos desafía, sino que nos revela una verdad profunda: lo eterno tiene más valor que lo visible.
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Lo Terrenal es Pasajero, lo Celestial es Eterno
Las riquezas, los logros y las posesiones pueden parecer grandes recompensas, pero todos están sujetos al deterioro, a la pérdida, y al olvido. Jesús no condena tener cosas materiales o disfrutar de las bendiciones de esta vida. Más bien, nos advierte sobre poner el corazón en lo que se puede desvanecer.
¿Estás invirtiendo tu tiempo, energía y recursos en cosas que pueden desaparecer de un día para otro?
La ropa se desgasta, los autos envejecen, las casas se deterioran, y hasta la fama se desvanece. Pero lo que se hace por el reino de Dios —el amor que damos, la fe que vivimos, la gracia que compartimos— trasciende el tiempo y permanece para siempre.
¿Dónde está tu tesoro?
Jesús continúa su enseñanza con una frase contundente:
“Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.” (Mateo 6:21)
Esto nos lleva a una pregunta profunda: ¿Qué ocupa el centro de tu corazón?
Si tu mayor motivación es el dinero, el estatus o la validación externa, entonces tu corazón estará atrapado en lo efímero. Pero si decides valorar el perdón, el servicio, la generosidad y la obediencia a Dios, tu corazón estará alineado con lo eterno.
Invertir en los tesoros del cielo significa:
- Amar a los demás como Cristo nos ama.
- Servir sin esperar recompensa.
- Perdonar aunque cueste.
- Compartir nuestras bendiciones con quienes más lo necesitan.
- Vivir con integridad, aunque nadie lo vea.

¿Cómo construir tesoros en el cielo?
Aquí van algunas acciones prácticas para comenzar hoy mismo:
I. Vive con propósito eterno
No te conformes con vivir para pagar cuentas o cumplir metas superficiales. Pregúntate cada día: ¿Cómo puedo glorificar a Dios hoy con lo que tengo?
II. Invierte en las personas
Las almas valen más que cualquier bien material. Ama, escucha, acompaña, anima y sé parte del crecimiento espiritual de otros.
III. Cultiva una vida de oración y fe
Tu relación con Dios es tu mayor tesoro. Fortalece esa conexión diaria, porque es ahí donde encuentras paz, dirección y propósito.
IV. Sé generoso con lo que tienes
No importa cuánto tengas, sino cuánto estás dispuesto a compartir. Tu generosidad puede marcar una diferencia eterna.
V. Usa tus dones para el Reino
Tus talentos no son solo para ti. Ponlos al servicio de los demás y del evangelio. Cada pequeño acto cuenta.
La luz en tus ojos refleja tu corazón
Jesús también habla del ojo como la lámpara del cuerpo. Si tus ojos están puestos en lo eterno, tu vida brillará con esperanza, paz y propósito. Pero si tu mirada se desvía hacia lo material, la oscuridad interior no tardará en manifestarse.
¿Estás mirando la vida desde la perspectiva del Reino o desde la ansiedad del mundo?
No se puede servir a dos señores
Jesús finaliza esta enseñanza con una declaración firme:
“No podéis servir a Dios y a las riquezas.” (Mateo 6:24)
Eso no significa que tengas que renunciar a todo, pero sí implica que debes decidir quién gobierna tu vida. Las riquezas son buenas si están al servicio de Dios. Pero cuando se convierten en tu dios, pierdes el rumbo.
Reflexión final: ¿Dónde estás invirtiendo tu vida?
La vida es breve, pero tus decisiones pueden tener un impacto eterno. Hoy es un buen momento para hacer un inventario del corazón y preguntarte sinceramente:
¿Dónde está mi tesoro? ¿Estoy construyendo algo que el tiempo no puede destruir?
Recuerda: Cristo te ama profundamente y quiere tener una relación personal contigo. Él es el único tesoro que jamás se perderá.