Introducción: ¿Te ha pasado?
¿Alguna vez te has sorprendido pensando algo negativo de alguien con solo mirarlo o escucharlo hablar? Tal vez ni siquiera conocías a esa persona, pero una parte de ti ya había formado un juicio. Todos hemos caído en ese error, incluso sin darnos cuenta. Es algo humano… pero Jesús nos ofrece un camino mejor.
Mateo 7:1-6 es una de esas enseñanzas poderosas y transformadoras de Jesús que nos confronta, nos reta y, a la vez, nos llena de esperanza. En estos versículos, Él nos invita a dejar de juzgar y a vivir una vida marcada por la humildad, la compasión y la gracia.
Tabla de Contenido
“No juzguéis, para que no seáis juzgados”
Jesús comienza con una advertencia directa: “No juzguéis, para que no seáis juzgados”. No se trata solo de evitar criticar a los demás por educación, sino de una verdad espiritual profunda: la forma en que tratamos a los demás afecta directamente cómo seremos tratados.
Jesús nos revela que muchas veces actuamos como si tuviéramos la autoridad para condenar, cuando en realidad, solo Dios ve el corazón. Juzgar con dureza y rapidez es un reflejo de nuestro orgullo, no de justicia.
La paja y la viga: una imagen inolvidable
Jesús usa una ilustración magistral: ¿cómo puedes ver la paja en el ojo de tu hermano, si tú tienes una viga en el tuyo? Es una imagen exagerada y hasta graciosa, pero profundamente verdadera.
Este ejemplo nos muestra cuán ilógico y arrogante es señalar los errores ajenos sin antes examinar nuestro propio corazón. Jesús no condena la corrección fraternal, pero nos llama primero a la autoevaluación. Si queremos ayudar a otros, debemos empezar por sanar nuestras propias heridas.
Juzgar no es discernir: una diferencia clave
Es importante aclarar: Jesús no está prohibiendo el discernimiento. No nos dice que ignoremos el pecado o que aceptemos cualquier comportamiento como correcto. Más bien, nos enseña cómo abordar a los demás: con humildad, amor y un espíritu de restauración, no de condena.
Corregir a alguien no es lo mismo que juzgarlo. Juzgar es condenar desde una postura de superioridad. Corregir desde el amor busca edificar, no destruir.

¿Por qué juzgamos tan fácilmente?
Vivimos en una cultura de juicios instantáneos: redes sociales, apariencias, etiquetas… Todo se mueve rápido, y muchas veces opinamos sin conocer el contexto, el corazón, ni la historia del otro. Pero juzgar a los demás es un reflejo de lo que aún no ha sido sanado en nosotros.
Jesús nos llama a otro nivel: mirar con misericordia. Recordar que todos somos pecadores redimidos por gracia. Cuando entendemos cuánto nos ha perdonado Dios, se nos hace mucho más fácil perdonar y dejar de juzgar.
Extiende la gracia que has recibido
Imagina por un momento si Dios te juzgara con la misma medida que tú juzgas a los demás. ¿Qué resultado obtendrías? Este pensamiento debería impulsarnos a ser más compasivos.
Jesús nos desafía a extender la misma gracia que hemos recibido. Así como Él no nos condenó, sino que nos amó aun en medio de nuestros errores, así también debemos actuar con los demás.
¿Y qué del versículo 6?
Mateo 7:6 dice: “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos”. Aquí Jesús nos enseña que también debemos usar discernimiento. Hay momentos en los que nuestras palabras, consejos o correcciones caerán en oídos que no quieren escuchar. No se trata de juzgar, sino de saber cuándo hablar y cuándo callar.
¿Cómo podemos aplicar esto en la vida diaria?
Aquí algunas acciones prácticas:
- Haz una pausa antes de emitir un juicio. Pregúntate: ¿Conozco toda la historia?
- Ora por la persona en lugar de criticarla. Dios puede hacer más con una oración sincera que con mil opiniones.
- Examina tu propio corazón. ¿Qué dice tu reacción sobre ti mismo?
- Habla con amor si necesitas corregir. Que tus palabras sanen, no hieran.
- Recuerda tu propio testimonio. Todos hemos sido rescatados por gracia.
Reflexión final: Amor en lugar de juicio
Este mensaje de Jesús no es solo una advertencia, sino una invitación: vive una vida más ligera, más libre, más llena de gracia. Cuando dejas de juzgar, empiezas a amar. Cuando dejas de señalar, empiezas a abrazar. Y cuando dejas de condenar, empiezas a restaurar.
Entonces, te dejo con esta pregunta:
👉 ¿Estás dispuesto a soltar el juicio y comenzar a ver a las personas con los ojos de Jesús?