El poder de una imagen simple: ¿Un manzano dando naranjas?
¿Alguna vez has visto un árbol de manzanas dar naranjas? Claro que no. Suena ilógico, casi ridículo. Pero Jesús usó justamente esa comparación para hablarnos de algo profundo y muy real: nuestra vida espiritual. En Mateo 7:15-20, nos da una advertencia que sigue siendo vital hoy: “Por sus frutos los conocerán”.
Este pasaje, aunque corto, es una joya cargada de sabiduría y verdad. Jesús nos invita a observar los frutos, tanto en la vida de los demás como en la nuestra. Y no se trata solo de lo externo, sino de lo que nace desde lo profundo del corazón.
Tabla de Contenido
Cuidado con los lobos vestidos de ovejas
Jesús comienza este pasaje advirtiéndonos de los falsos profetas. Personas que aparentan piedad, que hablan bonito, que se ven espirituales, pero que por dentro tienen intenciones destructivas. Son como lobos con piel de oveja: engañosos, manipuladores, peligrosos.
¿Cómo identificarlos? Jesús lo deja claro: por sus frutos. Es decir, por sus acciones, sus palabras, su impacto en los demás. Porque un árbol sano da buen fruto, pero un árbol enfermo produce fruto podrido.
Esto aplica no solo para líderes religiosos, sino para cualquier persona que diga seguir a Cristo. El verdadero seguidor de Jesús se nota. No necesita anunciarlo con pancartas; su forma de vivir lo grita a los cuatro vientos.
¿Qué tipo de árbol eres tú?
Ahora bien, esta enseñanza no es solo para identificar a otros. También es una invitación a mirarnos por dentro. ¿Qué clase de fruto estás dando? ¿Tus palabras edifican o destruyen? ¿Tus decisiones reflejan a Jesús o a tu ego? ¿Tus acciones generan vida… o confusión?
Pablo nos da una pista en Gálatas 5:22-23 sobre los frutos del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio. Estos son los frutos de alguien que camina con Jesús cada día.
Si estos frutos no están presentes, o están marchitos, puede que haya ramas secas que Dios necesite podar. Y sí, podar duele, pero también purifica. Nos permite crecer más fuertes, más firmes, más fructíferos para Su gloria.

El fruto no miente: autenticidad vs. apariencia
En un mundo lleno de apariencias, filtros, máscaras y personajes, este mensaje de Jesús es un llamado a vivir con autenticidad. Un manzano no se esfuerza por parecer un manzano: simplemente lo es. Y por eso, da manzanas. Así debe ser nuestra vida espiritual.
Seguir a Jesús no se trata solo de ir a la iglesia o decir las palabras correctas. Se trata de una transformación del corazón que se manifiesta en cada aspecto de la vida. En casa, en el trabajo, en la calle, en las redes sociales.
No podemos dar lo que no tenemos. Si estamos llenos de orgullo, eso saldrá. Si estamos llenos de Cristo, también.
¿Estás plantado en tierra fértil?
Para dar buen fruto, el árbol necesita estar plantado en buena tierra, recibir agua, sol y cuidados. Lo mismo ocurre contigo. Necesitas estar arraigado en Cristo, nutrido por Su Palabra, fortalecido por la oración y la comunión con otros creyentes.
¿Estás dedicando tiempo a tu relación con Dios? ¿O estás sobreviviendo con unas pocas gotas de espiritualidad cada semana?
Recuerda lo que dijo Jesús en Juan 15:5: “El que permanece en mí, y yo en él, este da mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”.
Reflexión final: ¿Qué fruto estás produciendo?
Hoy es un buen día para examinar tu vida con honestidad. No para condenarte, sino para dejar que Dios te muestre lo que necesita cambiar, lo que debe podar, y lo que puede hacer florecer.
¿Qué tipo de árbol estás siendo? ¿Lo que sale de ti refleja a Jesús… o lo contrario?
Y la pregunta clave: ¿Qué necesita Dios transformar en tu vida para que des buen fruto que glorifique Su nombre?
¡Comparte vida!
Si este mensaje te habló al corazón, compártelo. Puede ser la semilla que transforme la vida de alguien más. Dale me gusta, comenta tu experiencia, y síguenos para recibir más contenido que edifique tu fe. Y nunca lo olvides: Cristo te ama profundamente y desea una relación personal contigo. 🌿